

Tras más de una década de descenso sostenido, la piratería digital ha vuelto a niveles récord. En 2024 se registraron más de 216.000 millones de visitas a sitios pirata, una cifra que no se veía desde antes de la consolidación del streaming legal. La fragmentación del mercado, las subidas continuas de precios y la pérdida de valor percibido por parte del usuario explican en gran medida este cambio de tendencia.
El fenómeno no solo afecta a la industria cultural, sino que tiene implicaciones directas para la ciberseguridad, la privacidad y el fraude digital.
Durante los primeros años de la década de 2010 se consolidó una narrativa clara: la piratería estaba en retroceso. La aparición de plataformas como Netflix o Spotify supuso un cambio radical en el comportamiento del consumidor. Por primera vez, el mercado legal ofrecía acceso cómodo, barato y masivo al contenido.
Entre 2012 y 2018, los indicadores mostraron una reducción significativa del consumo ilegal. El usuario percibía que pagar una cuota razonable por una experiencia sencilla y completa tenía sentido.
Sin embargo, esta dinámica se rompió a partir de 2019.
Según datos de la firma británica MUSO, el streaming ilegal representa ya el 96 % de toda la piratería audiovisual. Tras tocar mínimos en 2020, con aproximadamente 130.000 millones de visitas, el volumen volvió a crecer hasta superar los 216.000 millones en 2024.
El repunte no es casual. Responde a una combinación de factores estructurales:
Fragmentación extrema del mercado
Lo que antes estaba concentrado en una o dos plataformas ahora se reparte entre decenas: Netflix, Disney+, Prime Video, HBO Max, Apple TV+, SkyShowtime, Crunchyroll y muchas más. Cada una con contenidos exclusivos. Para seguir varias series o películas, el usuario necesita suscribirse a múltiples servicios, lo que encarece y complica la experiencia.
Subidas continuas de precios
Las plataformas han encadenado incrementos tarifarios, introducido anuncios, restringido el uso compartido y reducido catálogos. En muchos casos el usuario paga más por una experiencia percibida como peor.
La piratería como “mejor producto”
Paradójicamente, la piratería ha evolucionado hasta ofrecer acceso más completo, centralizado y sencillo que el circuito legal. Un único sitio da acceso a todo, sin restricciones geográficas ni exclusividades artificiales.
El retorno de la piratería no solo reabre debates legales o económicos, sino también de seguridad.
Malware y ciberataques
Las webs pirata son uno de los principales vectores de distribución de troyanos, ransomware, spyware, extensiones maliciosas y estafas publicitarias. Un solo clic puede comprometer un dispositivo.
Robo de datos y credenciales
Registros falsos, instaladores fraudulentos y descargas manipuladas suelen incluir spyware destinado a robar cuentas, correos, accesos bancarios o información personal.
Contenido manipulado
Archivos alterados, subtítulos infectados o versiones modificadas se utilizan para insertar código malicioso, mineros de criptomonedas o enlaces fraudulentos.
Suplantación y fraude
Han proliferado sitios que se hacen pasar por plataformas oficiales o por portales “premium baratos” cuyo único objetivo es robar datos de tarjeta o credenciales.